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Muchas veces ha surgido la cuestión del porvenir del arte en una sociedad politécnicamente horizontal como incierto, y esto gracias principalmente a la lógica burguesa que impone y enaltece al arte banal ideológicamente desprendido. Los parámetros actuales asignan un rol de evasor de la realidad a lo artístico, y he ahí el principal motivo de incertidumbre de su participación en una sociedad libertaria, el hecho de que los evasores de la realidad, vana ser completamente innecesarios en una sociedad que no necesita evadir su rol y existencia.
Ahora, ¿Cómo diablos imaginar cambios ( en este nuevo orden) a una disciplina, que en su modus operandi actual no hace mas que perpetuar el espectáculo, e incentivar a la solo expectación, con sus consiguientes repercusiones políticas y sociales?. Ni siquiera hay que imaginar, el punto es que hay que notar que el medio de comunicación artístico no es inherentemente nocivo. Es usado por el sistema en su propio beneficio tomándolo si a sus propios e inherentes vicios, pero en ningún caso es en esencia sistemático ni burgués.
En las condiciones actuales la participación en el arte es sancionada, y la innovación satanizada. Quien va un poco más allá del cubismo razonable de Picasso es crucificado en publico, y de paso ligado a practicas inhumanas y supuestamente “libertarias” (dos pájaros de un tiro):
“Arte moderno sirve para torturar”, reza un titular del diario “el mercurio”
Bajo el cual se explica que los libertarios torturadores de la guerra civil española (que supuestamente torturaban a los – preocupados de derechos humanos-partidarios de Franco) se inspiraban en artistas rupturitas como el mismo Salvador Dalí, a la hora de imaginar crímenes atroces. O sea, la causa libertaria es atroz y, por sobre todo, el arte de Dalí es inadmisible.
“(los republicanos) construían celdas con camas inclinadas en 20 grados, en las que era imposible dormir, y el suelo con ladrillos irregulares que hacían imposible caminar libremente, y los muros eran pintados con diseños surrealistas que provocaban distracción y confusión producto de los efectos de luz…


Ahora, el hecho de que propuestas como la de Dalí, o, su “predecesor” , el movimiento dadaísta sean ninguneadas no es casual. Es la consecuencia lógica de hacer parte a los movimientos artísticos de la causa alienadora de dominio comunicacional. Es la excusa perfecta para boicotear a intentos (como el dadaísta, por ejemplo) de derribar el espectáculo, la brecha que expande la división imaginaria entre el artista y el admirador, entre el político y el votante.
El hecho de que el arte este enfrascado en verdaderos cementerios de la disciplina (como lo son los museos y galerías) tampoco es casual. Es la materialización del “mira pero no toques”, es “observa el arte, pero en ningún caso y bajo ninguna circunstancia, se artista”.
La evaluación del arte y lo artístico se deja a cargo de súper humanos capacitados, incitando al marginarse de la cuestión, ampliando y fortaleciendo la repetida expectación.

Ahora, imaginándolos hechos desde una perspectiva libertaria ¿Cómo se avaluaría el arte, es decir, como se elegirían a las autoridades al respecto-quienes pudieran determinar que es y que no es artístico- si al filosofía política horizontal plantea la abolición de las jerarquías?
Es conocida la forma de autoría moral ácrata que se aplica en casos de especialización, pero es inaplicable en aspectos como el artístico, donde no existe -0 no debería existir- un modo determinado de hacer las cosas.

Aquello es una conducta impositiva que nuestra filosofía debe pretender desraizar.
El arte es necesario, y que sea libertario es imprescindible por nuestra causa.
Aparte de, por supuesto, comprender una difusión ideológica, el arte político implica, conductas psicológicas que son imprescindibles a la hora de la autosugestión de una inspiración social crítica.
En el arte dotado de política libertaria, el espectáculo ha de ser abolido, y ha de ser también incitada la participación en las muestras artísticas. El incitar a la participación artística es incitar a la participación política, ya que, psicológicamente, quien esta acostumbrado a las decisiones políticas. El derribar la expectación es promover el “hazlo tu misma”, y por consiguiente, la auto sugestión y la horizontalidad en si. El intervenir con inspiración ácrata el arte, es también devolver el tono de medio de comunicación imprescindible y trascendental. Es apartarlo del rol estupidezante actual, en que usualmente no dista mucho de la alineación televisiva.
Y -por ultimo- por supuesto que el rol artístico no comprende tan solo la construcción de la utopía, al contrario, creo será un mantenedor imprescindible de ella, y servirá, por siempre, para comunicar, liberar, y expresar emociones y sentimientos.